En su mes.
El gato olvida el arroz
pegado en sus bigotes.
Niebla del monte.
Guardas del templo tocan
sus caracolas.
Luciérnaga en vuelo;
¡mira! iba a decir, pero
estoy solo.
Noche de otoño.
Me pregunto y respondo,
débil de alma.
Yo las barría,
y al fin no las barrí:
las hojas secas.
Cubierto de un manto de luna
Río abajo
El ruido de la red de pescadores.
A la hora de la siesta
se detiene la mano que agitaba
el espantapájaros.
La viajera
extrema su elegancia
hasta lo odioso. Taigi
Solo atravieso
Un frío claro de luna
Por el puente colgante.
Taigi
Los días tranquilos
En rápidos años
Olvidados
Hoy la basura
son flores del cerezo.
Tarde en un templo.
En un montón de basuras
Una centidonia floreció
Al final del otoño.
Solo atravieso
Un frío claro de luna
Por el puente colgante
Ni una sola piedras
Para lanzar a ese perro
Bajo la luna en invierno.
Desolación invernal
En una poza de lluvia
Los gorriones se distraen.
Es el viento de primavera.
Dicen amo y criado
caminando juntos.
A lo largo del día
Mis ojos se gastaron
Contemplando el mar.
Grandes y chicas,
aparecen estrellas
dentro del frío.
Sobre el musgo,
sin que se oiga,
la voz del ruiseñor que vino.
Primer amor.
Se arriman al farol
cara con cara.
Taigi
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