martes, 21 de diciembre de 2010

EL ENIGMA




Es inevitable, mi acecho no cesará
hasta adivinar los fenómenos que
te desencadenan exacerbando mi sangre.
Sé que a veces te rigen misteriosos planetas,
astros egocéntricos, influencias
proscritas de la luna.
Perdóname, pero he de poblarte incluso
muerta,
más allá de cualquier frontera.


La vida me va en este empeño,
te lo juro por ella, y por la tuya,
y por todo el que desee formar parte de algo
eterno.
Quiero desvelar la ley física que me somete
al movimiento sísmico de tus caderas.
Ardo por resolver el enigma que provoca
que tu boca sepa a todo lo irreprimible.
Cuando me acaricias, la fórmula química de
mi cuerpo se me escapa entre erupciones caóticas.


Seguiré observándote sin descanso,
estudiaré implacable la gravedad que
actúa sobre tus pechos libres,
el caos perfecto de tu cabello cuando lo
violan mis manos.
Seré sombra de esa espiral de sonidos
de ultratumba que embriagan mis oídos
cuando la noche te dota de esa hambre hueca.
Velaré insomne la irascible órbita que
generan tus manos sobre mi pubis.


Todo es poco para desvelar el enigma de
ese último lamento; el único en que sin duda
participo;
como inquilino de tus labios humeant

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